Menores: Una responsabilidad mayor
- Alejandro Bayona
- Sep 19, 2024
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La protección y el bienestar de los menores de 13 años es una de las principales responsabilidades de los padres y cuidadores. En un mundo donde las distracciones y la tecnología pueden alejarnos de la vigilancia activa, es esencial generar conciencia sobre la importancia de estar presentes y atentos cuando los niños acceden a las zonas comunes del conjunto entre las que se encuentran los ascensores, parqueaderos, parques y piscinas. Estos lugares, aunque diseñados para la diversión y el esparcimiento, pueden convertirse en zonas de riesgo si no se cumplen las medidas de seguridad adecuadas, especialmente para los más pequeños.
Zonas Comunes: Espacios de Juego y Riesgo
Los parques y las piscinas son espacios donde los niños disfrutan de actividades deportivas, ejercitan su cuerpo y socializan con otros niños. Sin embargo, estos lugares también presentan ciertos riesgos que pueden poner en peligro su seguridad si no se cuenta con la supervisión adecuada. Entre las posibles situaciones peligrosas se encuentran:
Caídas y golpes: Los menores pueden caerse desde alturas peligrosas o tropezarse mientras juegan. Si bien los parques están equipados con superficies blandas, la presencia de un adulto que ayude a prevenir accidentes es crucial.
Desapariciones y extravíos: Los niños pequeños, en su entusiasmo, pueden alejarse rápidamente de la vista de sus cuidadores. Un descuido momentáneo puede significar que el niño se pierda o esté en una situación de riesgo frente a desconocidos o en el parqueadero.
Interacciones con otros niños: No todos los niños tienen las mismas habilidades o comportamiento, por lo que pueden surgir conflictos o situaciones donde un niño pueda lastimarse sin la intención de otros. La supervisión de un adulto previene estos problemas y permite resolverlos de manera inmediata.
Para el caso de la piscina, la combinación de agua, resbalones y la falta de experiencia en natación puede resultar fatal. Entre los principales riesgos están:
Ahogamiento: Un niño puede ahogarse en cuestión de segundos, incluso en piscinas que no parecen profundas. La vigilancia constante es vital, ya que algunos niños aún no dominan las habilidades de natación necesarias para salir de una situación peligrosa por sí solos.
Resbalones y caídas: Las áreas alrededor de las piscinas suelen estar mojadas, lo que aumenta el riesgo de caídas que pueden provocar lesiones graves.
Acceso sin supervisión: Muchos accidentes ocurren cuando los niños acceden a piscinas sin la vigilancia de sus padres o adulto responsable.
La mayoría de las zonas comunes dentro de un conjunto residencial tienen normativas claras que prohíben el acceso de menores de 13 años sin la compañía de un adulto. Sin embargo, es común ver a niños jugando sin la supervisión adecuada en el parqueadero, saltando las rejas que delimitan las torres e incluso colgándose de las barandas que dan hacia el sótano.

Los adultos deben entender que su papel no termina al llevar a los niños a estos lugares; su presencia activa y educación desde casa, es indispensable para evitar accidentes.
Vigilancia constante: No se trata solo de estar presente físicamente, sino de prestar atención continua a las actividades de los niños. Evitar distracciones, como el uso excesivo del teléfono móvil, es clave para mantener a los menores seguros.
Establecer límites claros: Es importante que los niños comprendan los peligros potenciales y respeten las normas de seguridad establecidas por sus cuidadores. Enseñarles a no alejarse sin permiso, a ser cautelosos en la piscina y a respetar los turnos en los juegos del parque ayuda a prevenir situaciones peligrosas.
La seguridad de los menores depende de nuestra vigilancia activa y de las medidas de precaución que tomemos.